Movimiento de Salvación Nacional: en búsqueda de un lugar

Por Manuel López

Con la apertura democrática de la década de los 90’s, el número de partidos políticos se multiplicó. De un sistema bipartidista, en el que, si bien existían otros partidos, solo 2 de ellos eran competitivos antes de 1990, el número creció rápidamente a 23. Entre ellos, el Movimiento de Salvación Nacional, una disidencia del Partido Conservador liderada por Álvaro Gómez Hurtado, hijo del expresidente Laureano Gómez. Luego de las elecciones de 1990 en las que Gómez Hurtado se presentó como candidato, mantuvo algunas curules en el Congreso hasta que perdió su personería en 2006.  En el 2021, tras una decisión del Consejo Nacional Electoral que le devolvía la personería jurídica al Nuevo Liberalismo, el entonces extinto partido ‘Movimiento de Salvación Nacional’ tomó provecho de dicho precedente y retornó a la arena electoral del país en medio de una coyuntura y un revolcón en el sistema político. Esta decisión se dio como una forma de “reparación por la violencia política” – concepto que ya hacía carrera en el país – a causa de la muerte de Álvaro Gómez Hurtado. MSN se reestrenó con la candidatura presidencial de Enrique Gómez Martínez, sobrino del fundador, en 2022. ¿Cuáles son las cartas que juega Salvación Nacional en estas elecciones locales y cuál es su estrategia electoral? Son preguntas que serán tratadas en el presente artículo.

En primera medida, es necesario mencionar que el partido se estrena en el ámbito subnacional. 156 son las candidaturas propias, es decir, presentadas sin coaliciones, y 69 en este tipo de participación. Aunque la cifra parece pequeña, lo cierto es que resulta ambiciosa si se tienen en cuenta otras agrupaciones de mayor trayectoria como el Polo Democrático Alternativo o el partido MIRA y/o Colombia Justa Libres. Así, la estrategia de Salvación Nacional consiste en expandirse y tener presencia en el nivel local, quizá, con miras a una consolidación e institucionalización partidaria.

En el mapa se muestran los municipios en donde el Movimiento de Salvación Nacional cuenta con una candidatura, bien sea propia o en coalición. Como se observa, su presencia en esta contienda se concentra mayoritariamente en las capitales y centros urbanos de los departamentos del centro y norte del país, con algunas pocas excepciones notables como Pasto y Buenaventura, las cuales se encuentran en el sur y el pacífico colombiano respectivamente. Un aspecto salta a la vista aquí: el partido busca mantener una presencia en zonas históricamente alineadas a la derecha. Ejemplo de lo anterior es que, de acuerdo con el mapa, su fortín electoral se encuentra en Antioquia. Por lo demás, se trata de una presencia urbana, con un número pequeño de candidaturas en zonas rurales, a las que intenta arribar mediante coaliciones, como es el caso de San Vicente del Caguán y otros municipios. De este modo, podemos decir que el MSN le apuesta principalmente al voto de opinión urbano de derecha.

Ahora bien, las coaliciones son un instrumento secundario. De 225 candidaturas, 69 son coaliciones. Los partidos con los que el Movimiento de Salvación Nacional se relaciona en mayor medida en este tipo de participación política son el Centro Democrático, con 31 apariciones; el Partido Cambio Radical, con 14; el Partido Conservador con 9; el Partido de la U con 9 y Creemos, con 8.  Quizá en este escenario el Movimiento de Salvación Nacional constituye una excepción a la regla general descrita en otras entradas de esta serie, pues el ámbito ideológico sí cobra una gran relevancia en el ámbito subnacional, contrario a lo que sucede, por ejemplo, con el Partido Alianza Verde. En ese sentido, Salvación Nacional comparte coaliciones con partidos de centro derecha y derecha, como lo son el Centro Democrático, Creemos, el Partido Conservador y Nueva Fuerza Democrática, todos afines a sus posiciones ideológicas. Sin embargo, ello no implica que no haya hecho alianzas estratégicas con partidos como el Nuevo Liberalismo, el cual se aleja más de sus postulados. En el siguiente gráfico se retrata lo mencionado.

Una posible explicación de la variedad de lugares en donde hay candidaturas en las que se muestra el nombre de Movimiento de Salvación Nacional la dan Milanese y Albarracín (2022)[1], quienes señalan que, no en pocas ocasiones, las etiquetas partidarias se distribuyen como franquicias, en lugares en los que hay políticos interesados en adquirirlas. Esto se debe en parte al bajo enraizamiento de los partidos en la sociedad. Otra puede encontrarse en la pérdida de popularidad que han tenido algunos alcaldes alternativos, como lo son William Dau, Jairo Yáñez y Claudia López. De esta manera, Salvación Nacional buscaría ganar el espacio perdido por los partidos de izquierda y centro izquierda. Esta última hipótesis es factible si se tiene en cuenta que el partido tiene candidaturas en lugares con tendencia hacia el voto progresista como Bogotá y Pasto, y en aquellos en donde en las anteriores elecciones ganaron candidatos de esta tendencia como Cúcuta y Cartagena.

En conclusión, el Partido Movimiento de Salvación Nacional pretende expandirse territorialmente mediante, al menos, dos estrategias. La primera, consolidarse en lugares en donde el voto ha sido históricamente hacia partidos de ala conservadora – o de derecha –; la segunda, desplazar a los partidos de izquierda y centro izquierda en ciudades de gran importancia y en donde estos han perdido popularidad.


[1] Milanese, J. P., & Albarracín, J. (2022). Congruencia y enraizamiento partidario. Análisis de las elecciones para cuerpos colegiados 2018-2019. En En configuración permanente. Universidad de los Andes; Digitalia. https://www.digitaliapublishing.com/a/128093

ALIANZA VERDE: TRANSFORMACIÓN Y EXPANSIÓN

POR: Sara Fonseca Sandoval

Desde su surgimiento en 2009, el partido Alianza Verde se ha ido consolidando como una fuerza política en el país. Inicialmente surgido con la personería del M-19, el partido pretendía capturar el voto de centro que no tenía muchas opciones en el sistema partidista de entonces. Así, el partido se convirtió en un referente para el voto alternativo, de centro y urbano. En la política nacional ha tenido bastante éxito, que lo ha llevado a ser un actor con influencia y poder de negociación.  

En el ámbito de la política regional se debe mencionar que, durante mucho tiempo, Bogotá fue el gran fortín electoral del partido pues conquistó la alcaldía de la capital  y los ex alcaldes de la ciudad se convirtieron en figuras relevantes del partido. Además, el partido también logró gran relevancia en el departamento de Boyacá, siendo la primera red de poder local que consolidó.  Con el paso del tiempo, el partido se ha expandido más allá del centro del país y de las áreas urbanas. Las candidaturas a alcaldías presentadas en esta ocasión son clara muestra de esas transformaciones y expansión que ha logrado el partido. En 2019, el partido presentó 327 candidatos propios y 233 en coaliciones, mientras para 2023, el partido reduce el número de candidaturas con 284 candidaturas propias y 266 en coalición. Es el quinto partido con más candidaturas en total, y el tercero con más candidaturas propias. Los gráficos que siguen muestran que la configuración de las candidaturas del partido tiene continuidad y que la estrategia del partido en las elecciones locales es apostar en proporciones relativamente iguales por las candidaturas propias y por las coaliciones. Bajo dicha estrategia ganó en 2019 con candidaturas propias en 42 municipios y en 98 municipios con coaliciones.

Cuando se analiza el panorama de las coaliciones se encuentra que tanto en 2019 como en 2023, 4 de los 5 partidos con los que la Alianza Verde hace más coaliciones se repiten. El Partido Liberal, el Partido de la U, Cambio Radical y Alianza Social Indígena son los partidos con los que la Alianza Verde más constituye coaliciones en ambos periodos. Ello resulta paradójico dado que Cambio Radical y el Partido de la U son partidos con los que la Alianza Verde es incoherente ideológicamente al ser partidos de Centroderecha, mientras la Alianza Verde puede ser clasificada como de centroizquierda en la medida en que reúne tendencias orientadas al centro y a la izquierda. En 2019, la Alianza Verde tiene un número importante de coaliciones con partidos de izquierda como Colombia Humana, Unión Patriótica y el Polo Democrático, mientras que en este periodo 2023 hay mucha menos sociedad con este sector.

En 2023, la multiplicación de los partidos políticos, un gran número de ellos de centro, no fue sinónimo de crecimiento de las alianzas con partidos que fueran coherentes con sus posiciones ideológicas de centro izquierda. En lo regional, a diferencia de las elecciones nacionales donde las coaliciones son más coherentes con las posturas ideológicas, para un partido que quiere extender su presencia fuera de los enclaves tradicionales es más ventajoso aliarse con partidos que ya tienen un nivel de arraigo y pueden proporcionar cierta ventaja. Es decir, en lo regional prima lo estratégico sobre lo ideológico, lo que no es extraño, teniendo en cuenta que el factor ideológico no es tan definitivo en la política local como lo es en la política nacional. Los elementos claves en la política subnacional como la tradición política, las clientelas políticas, la reputación de los mandatarios anteriores y la capacidad de negociación con actores e intereses locales son bien dominados por los partidos tradicionales, la U y Cambio Radical, que aunque pierdan espacios en lo nacional siguen teniendo un gran poder regional y los hace indispensables para cualquier otro partido que quiera dar el salto de la política nacional a la subnacional.

Al inicio de esta entrada se señaló que la Alianza Verde fue un partido que nació con vocación urbana y que se concentraba principalmente en el centro del país. El mapa anterior que representa la distribución geográfica de las candidaturas muestra que ello ha cambiado. En primer lugar, la mayoría de las candidaturas son en las zonas rurales del país. De hecho, de las 15 ciudades principales del país solo tiene candidatura en 9 de ellas. Ni siquiera en Bogotá, su fortín tradicional presentó candidato debido a la falta de coordinación partidista y de un método de selección de candidatos que parecía pensado más para no tener candidato que pudiera incomodar a las varias facciones internas que para seleccionar uno  En segundo lugar, ya no es un partido concentrado en el centro del país, ha ampliado su presencia a algunos lugares del Pacífico, el eje cafetero y el Magdalena medio, aun si sigue relativamente poco presente en la costa Caribe.

Todo lo anterior permite apreciar las mutaciones del partido y las diferencia en su comportamiento respecto a la política nacional. Igualmente, conocer la forma en que se componen las coaliciones permite ver cómo se configura el poder en lo local y dilucidar la estrategia de los partidos para insertarse y competir en este nivel de la política. 

CANDIDATURAS A ALCALDÍAS 2024 – 2027: EL PANORAMA GENERAL

El próximo 29 de octubre, entre otros cargos, se elegirán los alcaldes de los 1122 municipios del país. Para esta elección hay un total de 6105 candidatos; es decir, un promedio de 5.5 candidatos por municipio. Además del gran número de candidatos debe considerarse que estos se han presentado a través de las distintas modalidades que el ordenamiento colombiano tiene previstas: el aval de partidos, los grupos significativos de ciudadanos y las coaliciones. El resultado de ello es un conjunto de candidaturas muy heterogéneas en su origen, en sus prácticas de campaña, pero, sobre todo, que dificulta a electores y analistas identificar claramente a los actores y fuerzas que compiten en esta elección.  Por tanto, esta será la primera entrega de una serie de análisis sobre las candidaturas a las alcaldías en la que se esbozará de manera general el panorama para esta elección.

Para realizar un análisis sobre el estado de las candidaturas a las alcaldías en el país, en primer lugar, se debe hacer una aproximación al tipo de candidatura o el origen de esta. La legislación electoral colombiana tiene previstas tres modalidades (ya mencionadas) de agrupación política que pueden avalar una candidatura. Contrario al lugar común que habla de un desplazamiento de los partidos políticos como avaladores de candidaturas, en el caso local, estos siguen siendo los principales actores en las campañas para las alcaldías, habiendo dado aval al 67% de los candidatos.  En segundo lugar, con una relevancia creciente, se encuentran las coaliciones entre partidos o de estos con grupos significativos de ciudadanos, que representan el 30% de las candidaturas.  Finalmente, los grupos significativos de ciudadanos solamente participan con el 3% de las candidaturas. En este último caso vale la pena anotar que se trata más bien de un tipo de candidatura con mayor fuerza en las grandes ciudades o ciudades intermedias donde los procesos de recolección de firmas son más fructíferos por el tamaño del electorado, cuenta con mayores sectores de voto alternativo para los que la imagen de independencia tiene algún tipo de efecto y en el que la recolección de firmas cuenta como una campaña adelantada y brinda mayor exposición a los candidatos. 

El caso de las coaliciones será analizado con mayor detalle en las entregas siguientes en las que se examinará cómo están conformadas y como se relacionan los distintos partidos políticos en este ámbito.  Por el lado de los partidos políticos, a continuación, tenemos el panorama general del número y el porcentaje de candidaturas presentado por cada uno de ellos (sin participar en coaliciones). 

Lo que muestran estos dos gráficos, es que, si bien el número de partidos políticos se ha multiplicado en los últimos años, los tradicionales (Conservador y Liberal) siguen teniendo fuerza importante en lo local y son los principales proveedores de avales para estas elecciones. Caso para destacar es el de la Alianza Verde que surgió como un partido principalmente urbano, alternativo y del centro del país pero que con el correr de los años se ha extendido a otras latitudes e incluso ha llegado a consolidar fuertes redes de poder local, como en el caso de Boyacá.  Por su parte, Cambio Radical y el Partido de la U, quienes junto a los tradicionales eran los partidos con mayor arraigo local y vínculos con casas políticas en distintas regiones del país, siguen jugando un rol importante pero que ha cedido lugar a otras fuerzas políticas. 

Por el lado de la izquierda, Colombia Humana ha avalado un número importante de candidatos para estas elecciones tratando de dar el salto al gobierno local, luego del éxito obtenido en las elecciones presidenciales y legislativas.  Los resultados para esta agrupación están por verse dadas las diferencias en el comportamiento electoral para las instancias nacionales y para las locales, en las que las clientelas, las redes de poder local, el arraigo de los partidos políticos y el desempeño de los mandatarios anteriores son factores decisivos.  A Colombia Humana, le sigue en su espectro ideológico Independientes, el partido de Daniel Quintero, que presentó un buen número de candidatos en Antioquía y otras regiones del país. Igualmente es de destacar el número de candidatura que presenta el partido de Roy Barreras, la Fuerza de la Paz, quien competirá por primera vez en elecciones con candidatos en todo el territorio nacional, mientras que otras agrupaciones con más tradición en este lado del espectro como el Polo Democrático, el Partido Comunista Colombiano, la Unión Patriótica y el Partido de los Trabajadores de Colombia, tienen un muy pequeño número de candidatos propios y han decidido unirse en coalición con más nuevos partidos como Todos Somos Colombia, ADA, Esperanza Democrática o MAIS. 

Por el lado de la derecha, el partido que más emitió avales fue el recién resucitado Movimiento de Salvación Nacional, seguido por el Centro Democrático, Creemos (Movimiento de Fico Gutiérrez) y Nueva Fuerza Democrática (Movimiento de Andrés Pastrana).  Por el lado de los partidos cristianos, se encuentra que MIRA no presenta ningún candidato, mientras que Colombia Justa Libres presenta pocos candidatos y prefieren optar por participar como miembros en coaliciones. Llama la atención el pequeño numero de candidaturas propias de Centro Democrática, otrora centro de gravedad de la derecha, que le apuesta mucho más a coaliciones ahora.

Finalmente, el sector de centro se ve representado principalmente en los partidos nuevos que han surgido. Por ejemplo, el Nuevo Liberalismo cuenta con un número importante de candidatos en todo el país. Caso similar es el de Dignidad y Compromiso, En Marcha y la Alianza Social Indígena.

Cuando se realiza el análisis incluyendo las coaliciones en que el partido participa, se encuentra que el panorama cambia. El Partido Liberal, el partido de la U, el Partido Conservador, la Alianza Social Indígena (ASI) y la Alianza Verde, son los partidos que para este periodo han establecido un mayor número de coaliciones. Así, los partidos antes mencionados que sorprendían por su bajo número de candidaturas como Cambio Radical, el Partido de la U y Centro Democrático se perfilan mejor en el panorama de las candidaturas al haber optado mayoritariamente por las coaliciones. En cambio, Colombia Humana que dentro del rubro de las candidaturas por partidos tenía un número importante, cuando se analiza dentro del panorama más general que incluye a las coaliciones, ya no tiene igual preponderancia. 

Igualmente, el gráfico anterior permite ver el consolidado del número de candidaturas en las dos modalidades que admiten la participación de los partidos políticos. Así, el panorama de las candidaturas es coherente con las tendencias en elecciones locales en la que los 4 partidos más fuertes son los que para esta elección tienen el mayor número de candidaturas: Liberal, Conservador, Partido de la U y Cambio Radical.

La composición de las coaliciones, así como la distribución geográfica de las candidaturas serán analizados con detalle en las entradas posteriores. 

De lo nacional a lo local. Cada plano con su lógica

En este periodo de campaña para las elecciones locales de 2023, se ha escuchado varias veces que el escrutinio iba a ser un “plebiscito sobre la política de Gustavo Petro”, plebiscito en el que, a todas luces, el presidente sufrirá una derrota. Sin embargo, esta idea ignora las particularidades de los escenarios locales y la dificultad de analizarlos a través de los lentes nacionales. Recordemos que, en el ciclo electoral pasado, las grandes ciudades eligieron alcaldes con perfiles de “independientes”, muchas veces inclinados al centro-izquierda, cuando la derecha había triunfado un año antes en las elecciones nacionales (con el caso extremo de Medellín que fue baluarte de la derecha en este último caso pero que eligió a Daniel Quintero, cercano a Gustavo Petro, en 2019). Apenas más lejos en el tiempo, durante tres ciclos electorales seguidos, vimos el uribismo ganar holgadamente las elecciones nacionales mientras Bogotá elegía alcaldes de izquierda.

¿Qué hay detrás de estos desfases?  

En primer lugar, los escenarios son distintos. Los temas que se destacan ahora en la campaña conservan una relación relativamente lejana a las políticas del gobierno nacional, salvo quizás con el tema de la “paz total” en las zonas que más sufren la violencia de los grupos armados. En las grandes ciudades, el debate gira principalmente alrededor de la seguridad urbana y la lucha contra la delincuencia, o los temas de movilidad, sin que importe mucho la agenda de reformas sociales del gobierno nacional.

En segundo lugar, los actores no son los mismos, con mayor razón en un contexto de fragmentación creciente del sistema de partidos colombiano. Con más de 30 partidos, y todas las combinaciones posibles entre ellos en coalición (sin hablar de los grupos significativos de ciudadanos), es muy difícil leer los escenarios municipales en relación a la balanza de fuerzas en el Congreso por ejemplo. Si las elecciones de octubre no pintan bien para la izquierda, es menos por la impopularidad de Petro que por la debilidad de sus bases locales, con la excepción de Bogotá en la que, de todos modos, la izquierda nunca se ha recuperada del todo del descalabro de la época de Samuel Moreno. Las disputas en el seno del Pacto Histórico alrededor de las candidaturas tampoco ayudarán. Al contrario, los viejos partidos Conservador y Liberal que sufren un lento declive en las elecciones legislativas y ya no son siquiera jugadores en el escenario presidencial siguen bastante fuertes en el ámbito local.

Más allá de eso, hay una tercera diferencia que se olvida a menudo y que después de una interesante discusión en redes con mi colega Olga González, quisiera detallar acá: los electorados también son distintos.

A priori, los ciudadanos inscritos son los mismos, y sólo difieren por la inclusión de los extranjeros residentes en las elecciones locales (que en la práctica encuentran muchos obstáculos para ejercer su derecho a voto, sea dicho de paso), además de los primi-votantes que llegaron a la mayoría entre las elecciones nacionales de 2022 y las de ahora. Sin embargo, en la práctica, los que realmente votan no son del todo los mismos.

Empecemos por el hecho de que, en Colombia, las elecciones locales registran una participación sensiblemente mayor que las nacionales. En las locales de 2019, la participación superó el 60%, contra menos de 55% en la primera vuelta de las presidenciales de 2018 (las legislativas del mismo año no convocaron ni la mitad del electorado inscrito).

No se trata únicamente de una diferencia de 5 puntos porcentuales más para las elecciones locales (el equivalente de más de 2 millón de electores). En realidad, las diferencias regionales muestran que no son los mismos electores que acuden a las urnas en ambos escenarios. Existen regiones, en particular los pueblos del interior de la Costa Caribe, que amplifican mucho la diferencia entre lo local y lo nacional en beneficio del primero. Allá, la elección presidencial aparece muy lejana y no apasiona a tanta gente, mientras las elecciones locales son fundamentales. Ya hicimos una nota al respecto hace un tiempo.

Lo que es cierto entre regionales lo es también en el seno de las ciudades. Tomemos el caso de Bogotá. Los capitalinos tienen un comportamiento diametralmente opuesto a los habitantes del interior de la Costa Caribe: se interesan mucho más en la presidencial que en las elecciones locales. En 2018, votaron 3.700.000 bogotanos en la primera vuelta, con una tasa de participación de 65%, pero año y medio después, eran apenas 3.215.000 para votar en la elección de Claudia López como alcaldesa (55% de participación).

La diferencia es de unos 500.000 votante, pero es aun mayor si la miramos en detalle.

Tasa de aumento entre el voto presidencial (1ra vuelta de 2018) y el voto a alcalde (2019)

En el mapa, el tamaño de los circulos muestra la diferencia entre el voto a alcalde de 2019 y el voto presidencial del año anterior en número de votos en cada localidad. Si el circulo tiene circunferencia azul, la diferencia es negativa, es decir, el voto presidencial es superior al voto de alcalde. Si el circulo tiene circunferencia roja, es la inversa. La localidad de Sumapaz es la única en este caso. Es la excepción que confirma la regla: en las grandes ciudades se prefiere la elección del presidente a la del alcalde, en el mundo rural, es la inversa.

El color de relleno de cada disco simboliza la intensidad de la tasa de variación del voto entre 2018 y 2019. Nos permite apreciar la importancia de la diferencia de voto en terminos relativos al tamaño de la localidad.

Es interesante constatar que la mayor intensidad de variación se registra en el puesto censo de Corferias. Aunque se trate de lejos del puesto de votación con mayor inscritos en la ciudad, tiene mucho menos electores que una localidad promedio. A pesar de eso, la diferencia de voto entre las dos elecciones en números en Corferias es comparable a la de las localidades más grandes de Kennedy o Suba. En realidad, los electores de 2019 fueron ahí menos de la mitad de los de 2018. Esto se explica probablemente por el hecho de que los electores inscritos en corferias son electores ocasionales que nunca se tomaron la pena de inscribir sus cédulas cerca de sus dominicilios. Cuando se desplazan al centro de votación, es para las presidenciales mucho más que para cualquier otro tipo de elecciones.

Más allá del caso atípico de Corferias, las localidades que tienen una mayor baja de votantes entre 2018 y 2019 son, en este orden, Chapinero, Usaquen, Antonio Nariño, Barrios Unidos, y Rafael Uribe Uribe. Las dos primeras (y en menor medida la cuarta) concentran la mayor proporción de electores de estratos altos, lo que muestra que esta diferencia de participación no es neutra sociológicamente. Para decirlo rapidamente, la preferencia de participación para la presidencial de los capitalinos es aun mayor para la población más acomodada.

Al otro extremo, (exceptuando el caso particular de Sumapaz), es en la localidad de La Candelaria que la diferencia entre las dos elecciones es menor, seguida de Fontibón y San Cristóbal, unas localidades con un electorado más popular, aunque tampoco el más pobre de la ciudad.

De modo que en efecto, el electorado que saldrá a votar el próximo mes no es el mismo que votó el año pasado. Eso, unido a las otras diferencias que evocábamos al principio, debería incitarnos a la mayor prudencia a la hora de analizar las elecciones locales desde la lógica de la política nacional.

Esto tampoco significa que no se deba hacer. Los dos escenarios no son completamente ajenos el uno al otro. No obstante, requiere de un paciente y riguroso trabajo de clasificación, por ejemplo, para interpretar adecuadamente las más de 1800 candidaturas en coalición que se presentan (sería una pena encontrar en la noche del 29 de octubre que la fuerza política ganadora es “coaliciones”). En DEMOS, estaremos trabajando para tratar de ver un poco mejor en esta maraña de siglas.

Senado: Diferencia entre pre conteo y escrutinio

En Colombia, la entrega de los resultados electorales era reconocida por la rapidez y precisión con que eran conocidos datos de la elección. A diferencia de otros paises donde se han adoptado las exit polls para estimar el resultado horas después de la elección, en Colombia se adoptó el preconteo como la forma de divulgación para dar un panorama general de la elección. Luego, se surtía la etapa del escrutinio en el que se hacía la verificación de los datos entregados en el preconteo, mismos que usualmente no sufrían muchos ajustes. 

Este año, la elección legislativa que tuvo lugar el 13 de marzo se volvió memorable, entre otras cosas, por el reclamo de los partidos políticos frente al resultado. Las imágenes del tarjeton marcado por los electores en lugares en los que no había registrado voto alguno para el  partido o candidato, despertaron las sospechas. Así,  los candidatos y los partidos acudieron a rectificar el número de votos registrados, lo que terminó en una reconfiguración importante de las curules inicialmente anunciadas. Aunque en principio se habló de fraude, es posible que el cansancio y la poca preparación de los jurados de votación, sumado al diseño de los formularios E-14, la mezcla de voto preferente y votos a listas cerradas, y los problemas con la transmisión hayan contribuido a ese desfase tan importante en los datos. 

 A poco más de cuatro meses de la elección, se han publicado los resultados del escrutinio. Por tanto,  el propósito de este informe será analizar dichas diferencias. 

En 383 de los 1123 municipios del país no hubo cambios entre los datos del pre-conteo y aquellos del escrutinio. Los 174 municipios donde hay una diferencia negativa mayor entre ambos datos (es decir, que con el escrutinio se verificó que había menos votos de los registrados inicialmente), se ubican en el centro del país y Magdalena principalmente. Por su parte, el lugar donde hay una mayor diferencia positiva es en el pacífico, la Amazonía y los Llanos Orientales, donde incluso alcanza diferencias del 40%.  La diferencia positiva se encuentra en 560 municipios, lo que indica que, en todos estos casos, los partidos encontraron votos no registrados.

También se debe considerar que este mapa muestra la existencia de una brecha en la dinámica entro lo urbano y lo rural. Por un lado, se encuentra que en las zonas rurales, la diferencia de los votos tiende a ser negativa. Por el otro, en las zonas urbanas se registraron diferencias positivas, aumentando el número de votos. Aunque las mayores diferencias se encuentran en pequeños municipios, especialmente del Pacífico, también es destacable el caso de algunas capitales y de los consulados. Mocoa, Cartagena, Popayán, Cali, Pasto y Bogotá son capitales en las que la diferencia en los resultados es superior al 5%, siendo importante.  La diferencia en las zonas urbanas tiene dos consecuencias. En primer lugar, reafirma la tesis para desmentir la existencia de un fraude pues el gran número de votos a contar hace más probable que existan errores. Por otro, explica la ventaja que adquiere el Pacto Histórico en el escrutinio, pues la diferencia positiva se presenta en las zonas en que la agrupación política tiene mayor ventaja, aunque la correlación entre ambas variables solo alcanza R= 0,36. 

El gráfico anterior muestra el porcentaje de crecimiento o decrecimiento de la votación de los partidos entre el pre- conteo y el escrutinio; es decir, que porcentaje de los votos del escrutinio es la diferencia de votos que se registra entre ambas etapas. Ahora bien, al analizar el panorama general de los partidos se encuentra que en general no hay grandes variaciones, pero que los resultados de un partido modifican toda la composición de la corporación. Entre los partidos más grandes, es decir aquellos que lograron alcanzar una curul no hay grandes variaciones entre ambos conteos, pues no superan el 2%. Por su parte, en los partidos pequeños o movimientos que no alcanzaron curul se ve que hay un porcentaje de diferencia más significativo, pero ello obedece a que, por haber obtenido una pequeña cantidad de votos, las brechas se vuelven más importantes.

Sin embargo, un caso a resaltar es el del Pacto Histórico, partido para el que la diferencia de votos es del 20%. El hecho de que el Nuevo Liberalismo, Estamos Listas, Gente Nueva y Salvación Nacional, partidos que también se presentó por medio de listas cerradas, también tengan una diferencia significativa, refuerza la idea de un error en el registro de los datos por parte de los jurados de votación y en el área de transmisión de datos por la ubicación de las casillas para las listas cerradas que eran poco visibles. 

La diferencia para el Pacto Histórico en el número de votos, le permitió alcanzar nuevas curules a las anunciadas inicialmente. En consecuencia, aunque el Partido Conservador, el Partido Liberal, la Alianza Verde y Centro Democrático no perdieron votos en el escrutinio, sí perdieron curules en favor del Pacto Histórico.  Gracias al escrutinio, la agrupación del hoy gobierno, logró alcanzar 4 curules adicionales para sumar al ya histórico resultado para la izquierda en el país.

El ajuste en el conteo, sirvió al Pacto Histórico para construir toda una narrativa de persecución del sistema hacia ellos de cara a la elección presidencia y sembró dudas sobre la transparencia de la Registraduría que permearon a las posteriores etapas electorales. La derecha también hizo lo propio apropiándose de la narrativa de un fraude en su contra, por lo que incluso se exigió el reconteo. Hoy, con el congreso ya posesionado y habiendo la mayoría de partidos políticos declarado su posición frente al gobierno, el panorama de gobernabilidad para Petro es favorable, gracias a sus excelentes resultados en la elección legislativa y su capacidad de hacer alianzas con los partidos mayoritarios.