Partidos, coaliciones y bloques: ¿Quién ganó y quién perdió?

Determinar quiénes son los ganadores y perdedores en una elección local que se juega en 1100 municipios distintos con sus ofertas políticas propias es una tarea que tiene mucho de acto de fe, sobre todo si añadimos a eso el problema de las coaliciones. En análisis pasados, habíamos propuesto un método que consistía en agrupar las candidaturas por “bloque” en función de las afiliaciones de los partidos o de las coaliciones con respecto a la política nacional: mayoría, independiente y oposición. Este método parece el más adecuado para hablar de los resultados a alcaldías, mientras los resultados de los cuerpos colegiales correspondientes, los concejos, serán los más aptos para mostrar la fuerza de los partidos propiamente dichos.

Desde que los resultados de las elecciones del domingo 27 de octubre han empezado a difundirse, se ha comentado la derrota de las fuerzas oficialistas y el progreso de la oposición, y no es para menos: los partidos de la mayoría son derrotadas en casi todas las grandes ciudades, con pocas excepciones como Ibagué y Valledupar. En cambio, la oposición gana en Bogotá, Cúcuta, Manizales y Armenia, más Cali en coalición con independientes.

Pero las grandes ciudades son un poco el árbol que esconde el bosque. Los resultados por bloque a nivel municipal se leen en el mapa siguiente.

Como vemos, aun con su derrota en las grandes ciudades, las fuerzas oficialistas siguen dominando el panorama, sobre todo si les añadimos las coaliciones con los independientes. En número de municipios, la oposición está todavía muy lejos de poder compararse con los partidos de la mayoría. Desde luego, un municipio pequeño no pesa lo mismo que una capital de departamento, y por tanto, un mapa de círculos colorados cuyos diámetros son proporcionales a los electorados de las ciudades pueden ser más adaptados. Permite apreciar mucho mejor el hecho de que la dominación numérica del gobierno se da por su arraigo en los municipios rurales, pero que la oposición o las fuerzas “inclasificables”, es decir, las candidaturas por firmas, dominan en el ámbito de las grandes ciudades.

Para observar la evolución de cada bloque, podemos finalmente observar el gráfico siguiente que nos da detalles importantes.

Si la caída del gobierno en términos de numero de municipios controlados es importante, no se da tanto por una progresión simétrica de la oposición, sino por la multiplicación de las coaliciones entre fuerzas de la mayoría e independientes. Esto se debe en particular a la estrategia nueva de Centro Democrático de abrirse a coaliciones cuando en 2015, había tratado de competir con candidatos propios. Esto confirma también que hay una grande porosidad entre el bloque mayoritario y el bloque independiente (que también pierde alcaldías en provecho de las coaliciones inter-bloques).

La oposición por su parte aumenta su caudal de alcaldías modestamente, pero ahí también aumentan más las alcaldías en coalición con los independientes, que casi no se veían en 2015. Se incrementan incluso los casos de alcaldías controladas por coaliciones “incoherentes”, es decir, que incluyen tanto partidos de la mayoría como de la oposición, aun si se limitan a municipios pequeños. Para las grandes ciudades, es más relevante el numero de alcaldes por firmas, por naturaleza “inclasificables”, como en el caso de Medellín, Cartagena, Bucaramanga y Santa Marta o Montería.

Las candidaturas a las alcaldías y sus tendencias

El próximo 27 de octubre se llevarán a cabo las elecciones de gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles, para el periodo de 2020-2023. Este proceso no sólo será relevante porque los ciudadanos elegirán las autoridades que atenderán sus necesidades más directas, sino que también es la primera elección local cobijada por el Estatuto de la Oposición y contará con la participación de la FARC como partido político.

Habiendo ya realizado el análisis sobre la repartición de las Alcaldías actualmente, según la posición de sus candidatos en bloques de partidos, se quiere replicar este ejercicio tomando como fuente los datos sobre las candidaturas del 2019. Este balance se realiza con el fin de determinar cómo se organizan las fuerzas políticas en el ámbito local, su importancia y su relación con la política nacional. Para ello, se mantiene el sistema propuesto anteriormente (ver detalle en: http://www.procesoselectorales.org/2019/09/27/elecciones-locales-y-fuerzas-nacionales-el-punto-de-partida/), según el cual los partidos se clasifican en tres bloques principales y las coaliciones se interpretan como “bisagras” entre ellos. Del otro lado, también está el grupo de “incoherentes”, formado por coaliciones de partidos gobierno-oposición, y los grupos de ciudadanos, que se asumen como “inclasificables”. Con base en esto, la distribución de los candidatos para 2019 se presenta de la siguiente manera:

Si bien se observa que los candidatos de la mayoría” sobrepasan los demás bloques, suman ahora menos candidatos frente a los 1837 que presentaron en 2015 (con fines de comparación, analizamos los datos de 2015 en función de los bloques tales como se definen ahora a nivel nacional, es decir, en función del gobierno Duque). Los independientes le siguen por un margen casi inexistente, reflejando además un crecimiento respecto a los 1210 con los que contaban para las pasadas elecciones. Lo anterior es bastante lógico, teniendo en cuenta las modificaciones de los bloques, por cuenta de la transición de gobierno, y la aparición de nuevos actores que se han declarado independientes, o que en ausencia de declaración, consideramos como tal: “Colombia Renaciente”, la “Alianza Democrática Afrocolombiana” y el “Partido de Reivindicación Étnica”. Mientras tanto, los partidos de la oposición han aumentado sus aspiraciones frente a las votaciones del 2015, cuando contaban con 824 candidatos. En este sentido, las explicaciones podrían estar mediadas por factores como la entrada en vigor del Estatuto de la Oposición y la firma del Acuerdo de paz con las FARC-EP. Adicionalmente, después de los resultados que obtuvieron en las legislativas del 2018 y la división experimentada durante las presidenciales, la oposición apuesta por ganar terreno en lo local, lo cual resulta determinante a la hora de afianzar su poder con miras hacia las campañas venideras. Ahora bien, otra cosa será el número de alcaldías que efectivamente llegue a controlar el bloque opositor durante los próximos cuatro años, lo cual sólo se sabrá hasta el próximo domingo.

Por otra parte, los partidos declarados como “independientes” son más propensos a establecer alianzas con los partidos de la mayoría (159 coaliciones) que con los contrarios (64 coaliciones). A pesar de la existencia de 200 coaliciones incoherentes (es decir, asociando por lo menos un partido de la mayoría y un partido de la oposición nacional), es notable que la mayoría de los candidatos prefiere mantener cierta coherencia ideológica, al optar por candidaturas unipartidistas o en coaliciones con otros partidos que se sitúan dentro del mismo bloque.

Acerca de aquellas candidaturas que se lanzan “por firmas”, pasaron de 45 a 127, en los años 2015 y 2019 respectivamente. Las razones que pueden explicar tal incremento se relacionan con el auge del discurso “anti-partido”, que aprovecha la falta de confianza en estas instituciones para ganar popularidad. Igualmente, este tipo de inscripción se utiliza como método para evadir el proceso al cual están sujetos los partidos, en términos de avales, tiempos de campaña, gastos y sanciones.

Al observar la presencia de candidaturas por bloque sobre el territorio, los mapas evidencian el avance de la oposición, que ahora participa con al menos un candidato en lugares donde antes no se encontraba. Esto se nota en la Costa Pacífica, Santander, parte del Cauca y Caquetá, aunque persisten sus dificultades para consolidarse en Antioquia y el centro del país. En términos proporcionales, esto implica que para el 2015, el 48% de los municipios que eligen Alcalde contaba con candidatos de oposición “pura” (sin contar coaliciones), mientras que para el 2019 estos alcanzan a cubrir el 60% del territorio. Sin embargo, las candidaturas de oposición en coalición con independientes son todavía reducidas y dispersas.

Por su parte, el bloque mayoritario ocupa un espacio más amplio, manteniendo su dominio en el Caribe, los Llanos y la región Antioqueña. De este modo, en el 2015 más del 85% de los municipios tenían por lo menos un candidato del oficialismo “puro”, cifra que se reduce alrededor del 80% al contar los aspirantes a Alcalde presentados en el 2019. No obstante, buscan fortalecerse a través de las coaliciones con el bloque independiente, un aspecto en el cual logran mayor éxito que los opositores. Esta situación se muestra sobre todo en departamentos como Cundinamarca, Santander y Boyacá.

Elecciones locales y fuerzas nacionales: el punto de partida

Los partidos políticos suelen ser considerados como irrelevantes en las elecciones locales. Aunque cumplen un papel importante con el proceso de aval de candidaturas, y de manera no tan visible, como financiadores de campaña en las grandes capitales o los departamentos, su rol en las campañas y la movilización de los electores es muy limitado con pocas excepciones. Más aun, la multiplicación de movimientos por firmas y de coaliciones heteróclitas dificulta considerablemente la tarea de clasificación de las fuerzas políticas en presencia.

No obstante, esta tarea no es tan vana como podría parecer si reparamos en el hecho de que las elecciones locales son la ocasión para las fuerzas políticas nacionales de marcar el terreno para las elecciones nacionales siguientes, en particular para las legislativas. Los mandatarios y representantes locales que se elegirán en octubre podrán ser piezas claves para ayudar a elegir Senadores y Representantes a la Cámara en 2022.

Por lo demás, si la multiplicación de las coaliciones es un obstáculo, para medir las bases locales de cada partido individual, podemos acercarnos al tema a través de los grandes bloques que dibujan el estatuto de la oposición: mayoría, oposición e independientes. De este modo, proponemos a continuación un método para leer “nacionalmente” los resultados locales con base en estos bloques. A la fecha, los partidos registrados nacionalmente en cada bloque son como sigue:

Mayoría Independientes Oposición
Centro Democrático
Partido Conservador
Partido Social de Unidad Nacional
Opción Ciudadana
MIRA
Colombia Justa Libres
Partido Liberal
Cambio Radical
Alianza Social Independiente
Alianza Verde
Polo Democrático Alternativo
Colombia Humana – Unión Patriótica
MAIS
AICO
Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común

Ubicamos en estos bloques las coaliciones entre partidos de un mismo bloque. Para clasificar las coaliciones entre partidos de distintos bloques, hemos creado dos bloques intermediarios que serían las bisagras entre mayoría e independientes por un lado, y oposición e independientes por el otro. Finalmente, hemos considerado como “incoherentes” las coaliciones que asocian por lo menos un partido de gobierno y un partido de oposición.

Para este ejercicio, hemos considerado los grupos significativos de ciudadanos, es decir, las candidaturas “por firmas” como fuerzas neutrales que son inclasificables cuando van solas. Cuando hacen coaliciones con partidos, clasificamos la alianza resultante en función de la ubicación de los socios. Si aplicamos este método a la elección de alcaldes de 2015 (lo que es anacrónico en la medida en que los bloques se definieron con respecto al actual gobierno de Ivan Duque en 2018, pero nos permite analizar el punto de partida de cara a las actuales elecciones locales), la repartición de fuerza es la siguiente:

Como vemos, el oficialismo es el bloque que más alcaldías controla, seguido del bloque independiente. La oposición es relativamente marginal en cuanto a control de alcaldías, lo que retrata la debilidad de sus bases locales. Para la oposición, el arraigo local es un desafío importante de estos comicios.

Una enseñanza interesante, es que la cohesión de bloque es bastante grande. Más de 900 de las cerca de 1100 alcaldías son controladas por un partido o coalición que se puede ubicar en la tripartición nacional mayoría-independientes-oposición. De las que no son controladas por un bloque uniforme, la gran mayoría es manejada por coaliciones entre partidos de la mayoría e independientes. En cambio, son apenas 13 las alcaldías controladas por una coalición entre oposición y fuerzas independientes. Esto sugiere que, en realidad, las fuerzas independientes pueden estar más cerca del gobierno que de la oposición, por lo menos en cuanto a sus estrategias electorales.

Finalmente, son apenas 42 las alcaldías controladas por coaliciones “incoherentes”, es decir, que asocian tanto partidos de la mayoría como de la oposición nacional. Esto matiza la idea según la cual las coaliciones se hacen en desorden, sin tomar en cuenta las alineaciones político-ideológicas nacionales. Quedan también 13 alcaldías cuyos alcaldes se eligieron por firmas sin hacer coaliciones con un partido. 

Si miramos estos bloques por porcentaje de votos, la situación se reequilibra levemente:

Como los partidos de la mayoría e independientes suelen ser fuerzas más implantadas en el ámbito rural, y los partidos de oposición, más en el ámbito urbano, la dominación de la mayoría en votos no aparece tan aplastante, y el bloque independiente le pisa los talones. La oposición sigue apareciendo lejos, aunque no tan marginal, lo mismo que los votos para candidatos por firmas sin alianzas, que suelen aparecer en las grandes capitales.

Esto sería por tanto el estado de las fuerzas antes de las elecciones locales de octubre de 2019. Analizaremos la evolución con este método después de los comicios.  

Voto y estrato social en Bogotá

En la campaña para la alcaldía de Bogotá, aunque con menor intensidad que en las elecciones nacionales del año pasado, los discursos políticos volvieron a plantear la preocupación de la llamada “polarización”. Detrás de esta idea, existe una realidad más llamativa, que no se encuentra tan claramente en las campañas nacionales: una impresionante segmentación del voto en función de los estratos sociales.

Una mirada al voto bogotano en las elecciones a alcaldía de 2015 nos muestra un panorama muy elocuente. Los votos de cada uno de los cuatro principales candidatos se distribuyeron muy desigualmente en función de un eje Norte-Sur, que todos los conocedores de la capital pueden identificar fácilmente como una distribución correspondiente a grandes rasgos a los estratos.

Por si hubiera dudas al respecto, hemos codificado cada uno de los 600 puestos de votación de la ciudad habilitados en 2015 en función del estrato de la zona aledaña, guiándonos por el excelente mapa interactivo de la alcaldía: https://mapas.bogota.gov.co/. El ejercicio es necesariamente impreciso porque algunos puestos se encuentran en zonas de diferentes estratos. Por lo demás, dados los frágiles fundamentos de la noción de “residencia electoral” que se maneja en la legislación, y que no se aplica el delito de fraude en inscripción dentro de un mismo municipio, nada asegura que los electores inscritos en un puesto sean realmente los vecinos del barrio correspondiente en su totalidad. Con todo, es una aproximación interesante que nos permite recalcular los porcentajes de cada candidato en cada estrato. El resultado se lee en el gráfico siguiente:

Como vemos, si Enrique Peñalosa ganaba con un porcentaje cercano a su resultado a nivel distrital en los puestos de estrato 3, lo hacía con mayoría absoluta en los puestos de estrato 4, y aumentando de forma muy marcada en los superiores hasta abarcar casi los tres cuartos del voto estrato 6. A la inversa, no ganaba en los estratos 1 y 2 que pusieron a Rafael Pardo en primera posición.

En el otro extremo, el voto de Clara López es el que más se concentra en los estratos bajos, al punto de que casi iguala a Pardo en el estrato 1. Es también el caso, de manera menos espectacular pero quizás más sorprendente para Francisco Santos.

Finalmente, el voto menos “estratificado” fue el de Rafael Pardo, como lo dejaba suponer una distribución más homogénea del voto en el mapa. Pardo es el único de los grandes candidatos que no logró su mejor resultado en un estrato del extremo del espectro. Tuvo su mejor porcentaje entre los puestos de estratos 2, seguidos del 3. Estos datos muestran que el comportamiento electoral de los bogotanos a nivel local se caracteriza por una fuerte segregación socio-espacial. Esto es un caldo de cultivo muy favorable para discursos polarizadores o radicales. Queda por ver si esta segregación se confirma en 2019. Por otra parte, queda el interrogante de si corresponde a comportamientos arraigados en intereses y preferencias estructuralmente distintas en el electorado o si es algo que se deriva de la focalización de las mismas campañas electorales sobre estratos particulares.