Voto y estrato social en Bogotá

En la campaña para la alcaldía de Bogotá, aunque con menor intensidad que en las elecciones nacionales del año pasado, los discursos políticos volvieron a plantear la preocupación de la llamada “polarización”. Detrás de esta idea, existe una realidad más llamativa, que no se encuentra tan claramente en las campañas nacionales: una impresionante segmentación del voto en función de los estratos sociales.

Una mirada al voto bogotano en las elecciones a alcaldía de 2015 nos muestra un panorama muy elocuente. Los votos de cada uno de los cuatro principales candidatos se distribuyeron muy desigualmente en función de un eje Norte-Sur, que todos los conocedores de la capital pueden identificar fácilmente como una distribución correspondiente a grandes rasgos a los estratos.

Por si hubiera dudas al respecto, hemos codificado cada uno de los 600 puestos de votación de la ciudad habilitados en 2015 en función del estrato de la zona aledaña, guiándonos por el excelente mapa interactivo de la alcaldía: https://mapas.bogota.gov.co/. El ejercicio es necesariamente impreciso porque algunos puestos se encuentran en zonas de diferentes estratos. Por lo demás, dados los frágiles fundamentos de la noción de “residencia electoral” que se maneja en la legislación, y que no se aplica el delito de fraude en inscripción dentro de un mismo municipio, nada asegura que los electores inscritos en un puesto sean realmente los vecinos del barrio correspondiente en su totalidad. Con todo, es una aproximación interesante que nos permite recalcular los porcentajes de cada candidato en cada estrato. El resultado se lee en el gráfico siguiente:

Como vemos, si Enrique Peñalosa ganaba con un porcentaje cercano a su resultado a nivel distrital en los puestos de estrato 3, lo hacía con mayoría absoluta en los puestos de estrato 4, y aumentando de forma muy marcada en los superiores hasta abarcar casi los tres cuartos del voto estrato 6. A la inversa, no ganaba en los estratos 1 y 2 que pusieron a Rafael Pardo en primera posición.

En el otro extremo, el voto de Clara López es el que más se concentra en los estratos bajos, al punto de que casi iguala a Pardo en el estrato 1. Es también el caso, de manera menos espectacular pero quizás más sorprendente para Francisco Santos.

Finalmente, el voto menos “estratificado” fue el de Rafael Pardo, como lo dejaba suponer una distribución más homogénea del voto en el mapa. Pardo es el único de los grandes candidatos que no logró su mejor resultado en un estrato del extremo del espectro. Tuvo su mejor porcentaje entre los puestos de estratos 2, seguidos del 3. Estos datos muestran que el comportamiento electoral de los bogotanos a nivel local se caracteriza por una fuerte segregación socio-espacial. Esto es un caldo de cultivo muy favorable para discursos polarizadores o radicales. Queda por ver si esta segregación se confirma en 2019. Por otra parte, queda el interrogante de si corresponde a comportamientos arraigados en intereses y preferencias estructuralmente distintas en el electorado o si es algo que se deriva de la focalización de las mismas campañas electorales sobre estratos particulares.

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