La consulta del Pacto

Con cerca de 6 millones de votos, la consulta del Pacto Histórico fue la más concurrida, lo que confirma a su ganador con amplio margen, Gustavo Petro, en su papel de favorito en estas elecciones.

Tasa de participación en la consulta del Pacto Histórico por municipio

La participación en la consulta del Pacto se caracteriza por una doble lógica: em primer lugar, está halada por las grandes ciudades, siendo Cúcuta la única en la que menos de 10% de los electores optaron por la consulta de la izquierda. En segundo lugar, logra una amplia participación en la periferia geográfica (las dos costas y el sur del país), donde Petro ya concentraba buena parte de sus apoyos en 2018. La presencia de Francia Márquez refuerza la tendencia en el Pacífico, donde la consulta pudo convocar en no pocos municipios a uno de cada cuatro electores. A la inversa, la consulta fue poco votada en las zonas rurales del centro del país que siguen siendo adversas a la izquierda. En Antioquia, Caldas, Tolima, Boyacá y los Santanderes, el voto a la consulta se limita a las capitales.

Ganador de la consulta del Pacto Histórico por municipio

En cuanto al candidato ganador, Petro es obviamente el destacado y virtual único contendor en la mayor parte de los municipios, en particular en el Caribe, y también en Cali y buena parte del sur-occidente. El resultado notable de Francia Márquez se debe a un apoyo importante en las grandes ciudades, y en particular en Bogotá. El voto de Francia Márquez es también importante en el litoral Pacífico entre Buenaventura y Tumaco, ciudades en las que obtiene más de 25% de los votos de la consulta. Finalmente, Camilo Romero logra sus votos en la cordillera oriental, sobre todo en Bogotá y Pasto.

Dinámicas geográficas del voto al Senado

Si el clivaje centro/periferia ha sido la gran clave de lectura de casi todas las elecciones desde 2014 en Colombia, sus efectos tienden a matizarse en las elecciones 2022.

En primer lugar, porque el partido más fuerte del centro geográfico, Centro Democrático registró un serio revés, no solo entre la opinión urbana sino entre las bases rurales del movimiento que habían sido una parte fundamental de su solidez. La Alianza Verde (hoy Centro Esperanza-Alianza Verde), que al contrario, progresa un poco con respecto a 2018 y logra una mejor implantación fuera de las ciudades en Boyacá, Santander, Antioquia y Caldas sigue siendo un partido del centro geográfico pero no de todo el centro, y se ve desplazada del “sur del centro” por Pacto Histórico (en el Meta, Cundinamarca, Tolima, Huila, Quindío y Risaralda.

Lista ganadora por municipio al Senado

En segundo lugar porque los tradicionales, partidos de la periferia geográfica, logran recobrar fuerza en las zonas rurales del centro, particularmente en Cundinamarca y Tolima para el partido conservador y Antioquia y Santander tanto para el liberalismo como para los azules. Este repunte se logra en general en detrimento de Centro Democrático.

Finalmente, si la irrupción de Pacto Histórico como coalición más votada al Senado se hace fundamentalmente con el apoyo de las grandes capitales (Bogotá y Cali en particular), y de la periferia geográfica (el sur occidente específicamente), no logra resultados tan destacados en el Caribe (donde Petro tuvo buen apoyo en la consulta). En cambio, le va relativamente bien en algunas zonas rurales del centro geográfico como en Cundinamarca, Meta, y el Eje cafetero, lo que resulta más sorprendente.

Lista ganadora con número de votos válidos en el municipio al Senado

Si el clivaje centro/periferia parece perder algo de su pertinencia, el clivaje urbano/rural fue probablemente una clave importante. La Fuerza del Pacto Histórico en la opinión pública urbana fue clave para su victoria, mientras los tradicionales pudieron resistir asentados en el voto rural. De hecho, este arraigo rural de azules y rojo es lo que les diferencia de sus avatares de la U y Cambio Radical que fueron grandes perdedores de estas elecciones. Sin posibilidad de llegar al voto urbano y sin raíces rurales en todo el territorio, estos dos movimientos están reducidos al papel de fuerzas regionales, en Valle, César, Córdoba y La Guajira para la U, y en Atlántico, Magdalena, Huila, Cauca y Norte de Santander para Cambio Radical.

La participación electoral en la elección legislativa de 2022

Desde 1991, en Colombia, la participación ciudadana en elecciones legislativas no ha superado el 50%.  Significa que la decisión sobre la representación es tomada por un poco menos de la mitad de los ciudadanos habilitados para votar. A pesar de los incentivos existentes para votar, son pocos los ciudadanos que lo hacen. La causa y consecuencia principal de la baja participación de los ciudadanos remite a la baja legitimidad de las instituciones, asunto al que, en el caso colombiano, se deben sumar los episodios de violencia y las dificultades que el proceso electoral supone en algunas regiones del país. 

Los indicadores de participación también dan muchas pistas sobre la forma en que se desarrollan las elecciones, y las dinámicas políticas particulares que tiene cada región del país. Este análisis se centrará en este indicador, utilizando como base los datos del preconteo de los comicios para el senado del año 2022, subrayando que se trata de datos preliminares y que el nivel de participación registrada es susceptible de aumentar levemente en el escrutinio final.

El pasado 13 de marzo, los colombianos acudieron nuevamente a las urnas, esta vez con un doble propósito: determinar la configuración del nuevo Congreso y elegir a tres de los candidatos que competirán por la presidencia.  A pesar de que las campañas al congreso se vieron eclipsadas por la votación para las consultas presidenciales, los comicios legislativos tuvieron un mayor porcentaje de participación que estas últimas. Para el caso concreto de las votaciones para el Senado de la República, la participación ciudadana se ubicó en el 45,7% con 18’034.781 votos.  En comparación con las últimas elecciones de la misma naturaleza en el 2018, la participación se redujo en un 3,8 puntos.

A nivel geográfico, la distribución de la participación electoral muestra que la Costa Caribe y las zonas andinas del país son las que más se destacan en este rubro.  En cambio, regiones de Antioquia, Caquetá, Putumayo, Cauca, la zona pacífica del Valle del Cauca y el sur del Chocó estuvieron abajo del promedio nacional. Las causas de dicho resultado pueden atribuirse a ser zonas poco pobladas, donde es posible que los lugares de votación se encuentren distantes y que los ciudadanos tengan mayores dificultades técnicas para llegar allí. También, es posible que, al tratarse de zonas periféricas del país, la conexión con las instituciones del gobierno central sea mucho más difusa y, en consecuencia, despierte menor interés en participar al asumir que se presentan unos altos costos de transacción que reportan pocos beneficios. Finalmente, tienen en común estas zonas del sur y frente pacífico del país ser altamente afectadas por el conflicto y por la presencia de grupos violentos que limitan y condicionan la participación política de los ciudadanos.

En el otro extremo, la alta participación se concentra en la Costa Caribe: Córdoba, Sucre, Bolívar, Atlántico y Magdalena tienen en todos sus municipios participación superior al 40%. Si bien la condición socioeconómica y de infraestructura en estas regiones es superior a la del sur del país, la explicación del fenómeno no remite exclusivamente a este factor. En cambio, las explicaciones más certeras para los altos niveles de participación en esta región del país deben estar dadas desde las perspectivas de las dinámicas políticas particulares de estos departamentos. Es bien sabido que la región es fortín de varios poderes regionales fuertes en cabeza de algunas familias que se disputan a través de partidos como el Conservador, Cambio Radical y el Partido de la U la posibilidad de alcanzar posiciones de poder y partidas presupuestales en las instituciones centrales. Además de las dinámicas clientelistas y gamonalistas muy presentes en la Costa Caribe del país (aunque no exclusivamente ahí), hay que evocar el importante papel de intermedicación que tienen los congresistas entre el gobierno central y los intereses regionales.  Para las otras regiones del país con altos porcentajes de participación, se evidencia que en su mayoría, la participación se concentra en los centros urbanos de los departamentos, especialmente de aquellos en la región andina.  Allí, se vislumbra que existen grandes diferencias entre las regiones urbanas y rurales del país en el ámbito electoral. Así, las capitales del centro del país y algunas del occidente y sur del país como Cali y Pasto se destacan por sus altos niveles de participación. Para estos lugares la explicación es de tipo sociodemográfico por tratarse de lugares donde la población accede a mejores condiciones de vida y mayores niveles educativos, cuyo resultado es un mayor interés en los asuntos políticos y un electorado más informado, crítico y cuya participación es usualmente catalogada como de “opinión”.  En consecuencia,  dentro de estos territorios logran predominancia partidos como el Pacto Histórico, la Alianza Verde, Centro Democrático y el Partido Liberal. 

Igualmente interesante será observar cómo cambió la distribución geográfica de la abstención entre el año 2018 y el 2022. La ilustración 2 da cuenta del cambio en este indicador entre las elecciones legislativas de 2018 y las de 2022. La tendencia general para el oriente, sur y el Pacífico (con excepción de Nariño) es que se produjo una disminución de la participación con respecto a las elecciones de 2018. La hipótesis que se plantea respecto a esta observación es que estas zonas, históricamente afectadas por el conflicto, tuvieron un mayor porcentaje de participación en las elecciones pasadas por la relevancia que éstas tenían para la implementación de los acuerdos de paz y, por tanto, las decisiones tomadas en el congreso tendrían mayor impacto sobre sus territorios. Hoy, 4 años después, han retornado grupos armados a tomar el control sobre algunas zonas (lo que obstaculiza la participación) y la implementación de los acuerdos de paz ha dejado de ser un tema movilizador. Nuevamente,  la Costa Caribe se destaca no solo por sus altos niveles de participación sino por ser la zona en la que más diferencia hay entre los dos períodos. Tal cambio fue fundamental para los resultados de los partidos Conservador, de la U y Cambio Radical que deben muchos de los resultados obtenidos a los poderes regionales fuertes que allí se mantienen.

Finalmente, resulta interesante observar a partir del mapa 2 y el gráfico inmediatamente anterior que los grandes centros urbanos del país redujeron sus porcentajes de participación en relación con los datos del 2018.  Es un resultado particular, teniendo en cuenta que los partidos que lograron altas votaciones y corresponden a un sector alternativo o de izquierda concentran su electorado en las zonas urbanas. Una posible explicación puede aducirse a que las elecciones legislativas responden en gran medida a la expresión de poderes regionales que no tienen mucha cabida dentro de las grandes ciudades. 

Pacto histórico a las legislativas 2022: ¿La unión hace la fuerza?

Durante las últimas semanas, las tomas de posición de ciertas figuras políticas en diversos ámbitos del espectro ideológico han ido precisando el panorama electoral del 2022. Por ejemplo, desde la izquierda surgió la idea de un “Pacto histórico” que busca juntar organizaciones en oposición al gobierno actual, para presentarse a las próximas elecciones legislativas. Los partidos que confirmaron su participación en la alianza son Colombia Humana-Unión Patriótica, el Polo Democrático Alternativo (PDA) y el Movimiento Alternativo Indígena y Social (MAIS). Algunos movimientos han manifestado su adhesión, entre los cuales se encuentran “Todos somos Colombia” liderado por Clara López, así como Unidad Democrática y el Partido del Trabajo de Colombia, dos corrientes que alguna vez se integraron al PDA y luego la Alianza Verde. Han extendido el llamado a la ciudadanía para intervenir en la conformación de listas y quieren hacerlas paritarias, pero todavía no se sabe si serán abiertas o cerradas. Tampoco parecen rechazar nuevos miembros, aunque algunos líderes de otros sectores (de la Alianza Verde, disidentes liberales, Compromiso ciudadano y hasta Ángela Robledo) anunciaron una “Coalición de la esperanza”, al menos para presidenciales, en la que ya se descartó colaborar con Gustavo Petro.

Con intereses comunes sobre la defensa de los Acuerdos de Paz y la consecución de reformas en distintos aspectos de la vida nacional, las fuerzas del “pacto histórico” se han trazado el objetivo de ocupar 55 escaños en Senado y 86 en Cámara de Representantes. Sin embargo, este sector parece tener un panorama mucho más claro para las elecciones presidenciales, con el liderazgo poco contestado del senador Petro, que en las legislativas. Las fuerzas que lo constituyen tienen más raíces en los movimientos sociales y la sociedad civil que en el Congreso o la intrincada política electoral. Entonces, con mucho aún por definir ¿Tiene el Pacto Histórico suficiente capital electoral para cumplir con tales expectativas? Al igual que hicimos con la “Socialdemocracia” de Roy Barreras, hemos llevado a cabo un ejercicio que no pretende predecir lo que va a suceder en las elecciones de 2022; sino utilizar los datos de las elecciones pasadas para formarnos una idea sobre el potencial electoral de partida que ponga en perspectiva el alcance del pacto.

Para ello, consideramos la votación recolectada en 2018 por los partidos del pacto (PDA y la Coalición Lista de la Decencia) y personalidades como Roy Barreras y Armando Benedetti, quienes, habiéndose distanciado del Partido de la U, ahora respaldan la propuesta. Entre todos acumulan 1’118.655 votos en la circunscripción nacional del Senado (descontando los de Jorge Robledo y Leonidas Gómez, quienes crearon el colectivo “Dignidad”, que se orienta más hacia la “Coalición de la esperanza”). Esto hubiera sido suficiente para pasar el umbral definido en esa ocasión, pero al recrear la repartición de escaños mediante cifra repartidora solamente se quedarían con 8 senadores. Los apoyos no superan 45% del voto (siendo una cifra excepcional en sus resultados) en ningún municipio y se concentran en zonas del Catatumbo, Caquetá, Cauca, Amazonas y la ciudad de Buenaventura: lugares marcados por las dinámicas del conflicto que se inclinaron por el “sí” en el plebiscito de 2016, y que dibuja el área de influencia tradicional de la izquierda. Cabe advertir que estas son franjas más resaltadas en el mapa porque la suma obtiene una mejor proporción de la votación municipal, mas no porque tales municipios alberguen muchos electores. De hecho, es un gran reto para el pacto ampliar la distribución territorial pero también la “densidad” de sus votos y las elecciones están a la vuelta de un año.

En lo que respecta a la Cámara de Representantes, sumamos los votos que harían parte del Pacto (PDA, UP, Lista de la Decencia, MAIS y ASI) y calculamos el número de escaños. Los resultados no son muy alentadores: parece que esta alianza no es suficiente para superar el umbral en la mayoría de los departamentos, pues lo conseguiría solo en cinco de ellos (Antioquia, Bogotá, Boyacá, Nariño y Valle), con base en los resultados de 2018. Así, podrían obtener seis representantes entre los departamentos de Antioquia (1), Bogotá (4) y Boyacá (1). Entonces, por cómo están las cosas, el combustible de la coalición se acabaría mucho antes de llegar a las proyecciones que están manejando.

No obstante, hay una serie de consideraciones acerca de los resultados que obtuvimos. Por un lado, hemos incluido al partido ASI por la afinidad que los llevó a estar con “Decentes” en 2018, pero hasta hoy no se ha hecho oficial su entrada en la coalición. Por otra parte, no hay certeza sobre qué tan “endosables” serían los votos que hemos contado para figuras como los senadores Barreras o Benedetti. Aunado a esto, si bien algunos sectores de la Socialdemocracia pueden simpatizar con el pacto, todavía no es claro cómo se incluirían. Además, no referimos aquí al partido Comunes (anteriormente Farc), dado que ha manifestado su intención de respaldar el Pacto, pero al interior despierta reticencias. Finalmente, en cuanto a los votos que aporta el PDA, es preciso tener en cuenta que no todos se pueden transferir al Pacto Histórico por las implicaciones de su escisión.

Como ya mencionamos, faltan muchos aspectos por concretar, pero al menos sobre los datos de las legislativas en 2018, el pacto no sería tan histórico como pintan. Al unir movimientos cuya representación ya es reducida, sus partes no aumentan significativamente las posibilidades de hacerse con un número tan amplio de escaños e incluso, esta movida aparecería más como un salvavidas para no perder personerías jurídicas. La coalición siempre podrá contar con el impulso de Petro, pero las cifras de 2018 ya lo tenían incorporado de cierto modo a favor de la Lista Decentes, que se benefició de la organización simultánea con la consulta entre Petro y Carlos Caicedo. Lo anterior podría esconder un agravante: el éxito de la consulta “Inclusión social por la paz” también respondía a la ausencia de la Coalición Colombia, que ya había definido su candidato, contrario al escenario de 2022 cuando parece que la Coalición de la Esperanza irá a consulta.   Por ende, a quienes están dentro o fuera del Pacto les queda reflexionar si hay puntos de consenso bajo los cuales también se pueda cobijar aquellas tendencias que quieren mostrarse más de “centro”, con miras hacia gestar una alianza de mayor amplitud. Además, es una oportunidad para cuestionar hasta qué punto convienen tantas rupturas internas a los partidos alternativos y qué tanto responden a lo estrictamente ideológico, si igual terminan agrupándose no solo para ganar sino para sobrevivir. Al final, si la historia la escriben los ganadores, habría que replantear la estrategia para amasar un capital electoral que efectivamente le dispute el control del Congreso a los partidos tradicionales.