¿Cómo visualizar los resultados de las elecciones locales?

La aprobación de la figura de las coaliciones en la reforma política de 2009, que se suma a los ya antiguos movimientos por firmas, ha vuelto los resultados de las elecciones locales muy difíciles de interpretar. De hecho, amanecimos el 26 de octubre con la casi totalidad de los líderes políticos reclamando la victoria para su partido sobre la base de cálculos dudosos, y con analistas tratando de extrapolar los resultados de la elecciones de un millar de alcaldes en todo el territorio a nivel nacional, con la suposición de que las elecciones de este domingo fueron un calentamiento para las elecciones nacionales de 2018.

Otorgar un sentido global a las elecciones locales no es ilegítimo, pero no es fácil. Requiere de una operación de totalización de los resultados que tiene siempre algo de arbitrario, sobre todo en un contexto en que los partidos tienden a tener poco protagonismo local y a ser desplazados por las coaliciones y los movimientos. Pero necesita también hacer elecciones metodológicas con interpretaciones políticas subyacentes siempre debatibles. Es lo que trataremos de hacer en este pequeño estudio sobre la base de los datos del preconteo de la Registraduría para las elecciones de alcaldes.

La aproximación más sencilla al ejercicio consiste en sumar los votos de los candidatos en función de sus partidos respectivos, y poner a parte los movimientos y coaliciones (ver gráfico 1).

Gráfico 1: Resultados de las elecciones a alcalde (% de los votos válidos)

grafico1 elecalc

Ya es un primer avance que nos permite mirar el orden de preferencia de los partidos entre los electores. El Partido Liberal es el que llega al primer puesto, con 2.012.713 votos, pero con menos de 10.000 votos de diferencia sobre el Partido de la U. Sigue Cambio Radical con poco más de 1.800.000 votos. Desde este punto de vista, habría que matizar los comentarios apresurados que ya hacen de Germán Vargas Lleras el Presidente electo de 2018. CR acorta la distancia con el Partido Liberal y la U, pero sigue en el tercer puesto. Lo mismo vale para la “derrota” del uribismo. Es cierto que Centro Democrático aparece algo rezagado con respecto a los tres partidos de la coalición oficialista, pero obtiene de todos modos un meritorio cuarto lugar antes del Partido Conservador en unas elecciones difíciles para las formaciones nuevas.

Lo que sí parece claro y que la mayor parte de los analistas subrayaron, es que las coaliciones fueron las opciones más votadas por los electores. Sumadas a los movimientos por firmas, atraen más de 36% de los electores que dejaron de lado los partidos, a comparar con el 24% de las elecciones de 2011.

Esta dominación de las coaliciones se atenúa si nos fijamos en el número de alcaldías ganadas, particularmente porque las coaliciones se implementan sobre todo en las grandes ciudades. Para no ir más lejos, en Bogotá, las tres opciones más votadas fueron coaliciones.

Grafico 2: Alcaldías ganadas por partido

grafico 2 elecalc

Pero esta dominación de las coaliciones nos debería incitar a ir más allá. Resulta en realidad bastante insatisfactorio y atrevido atribuir puestos de ganadores y perdedores a nivel nacional excluyendo más del tercio de los votos, relegándolos en una categoría de “coaliciones y movimientos” por naturaleza imposible de interpretar políticamente.

Obviamente, abrir la caja negra de las coaliciones es bastante delicado. Todas obedecen a circunstancias locales, y una alianza entre el Partido Liberal y el Partido de la U en un pueblo de Boyacá puede tener un sustento político bastante distinto a una coalición de los mismos actores en una capital regional (o no tenerlo). Esta objeción es cierta, pero aplica en general a los partidos, no solo a las coaliciones. A esa cuenta, sería ilegítimo sumar los votos de un partido a nivel nacional, no solo en Colombia sino en cualquier parte. Es sin embargo la elección de la Registraduría que presenta los resultados como si una coalición entre dos mismos partidos en dos municipios distintos fueran actores políticos completamente distintos.

Por nuestra parte, nos parece que un primer paso consiste en agrupar las coaliciones constituidas por los mismos partidos sumando sus votos a nivel nacional. Esta primera etapa no es demasiado problemática, pero sigue siendo muy insuficiente. Dado que se presentaron 12 partidos en estas elecciones y que se pueden hacer coaliciones entre 2 o más partidos, o incluso con movimientos, obtenemos todavía 146 combinaciones distintas de coaliciones que compitieron para alcaldías. Sea dicho de paso, esto sugiere que la introducción de las coaliciones a partir de la reforma de 2009 nos acerca peligrosamente a la hiper-fragmentación que reinaba antes de la reforma de 2003.

 

Para representar los resultados, tenemos por lo tanto que adoptar unas convenciones razonables para agrupar partidos y coaliciones en grandes bloques que tengan sentido político. Proponemos aquí la siguiente manera:

En primer lugar agruparemos los partidos en 5 grandes bloques: el oficialismo, la oposición de izquierda, la de derecha, y los pivotes entre oficialismo y oposición a la derecha y a la izquierda. Precisemos para evitar debates fuera de nuestro tema que estos bloques se definen menos por naturaleza doctrinal o ideológica que por sus posicionamientos con respecto al ejecutivo nacional. Así, el oficialismo reúne a los tres partidos de la coalición de Unidad Nacional (PL, PSUN, CR). Clasificamos como oposición de izquierda al PDA y la UP, y como oposición de derecha al CD. Finalmente, ubicamos en posición pivote a los partidos que alternan o están divididos entre apoyos al gobierno y posiciones críticas acercándolos a las oposiciones de izquierda y derecha (la Alianza Verde en el primer caso, el Partido Conservador y Opción Ciudadana en el segundo). Consideramos como “neutros” a las formaciones que no se pueden ubicar sobre este espectro, es decir, los partidos indígenas que responden a otra lógica (AICO, ASI, y MAIS), y los movimientos ciudadanos que son demasiado diversos.

Para cada bloque, sumamos los votos de los partidos correspondientes, así como los de las coaliciones resultantes exclusivamente de combinaciones entre ellos, o ellos y “formaciones neutras”. Así, para el caso de Bogotá, ya podemos ubicar a Peñalosa en la categoría oficialismo (coalición de un componente oficialista y un neutro), lo mismo que Pardo (dos componentes oficialistas), mientras Clara López se clasifica a la izquierda (dos componentes de izquierda y uno neutro).

Finalmente, los bloques pueden representarse sobre un continuo de izquierda a derecha, de manera a hacer aparecer entre ellos espacios para ubicar los votos de las coaliciones entre componentes de bloques vecinos sobre el espectro. Así, una coalición AV-MAIS-PL-CR se ubica entre el bloque oficialista y el bloque pivote a la izquierda porque sólo reúne a elementos de ambos bloques  (más un neutro), con exclusión de los otros bloques.

Con esta operación, podemos representar en un gráfico la ubicación política de 80% de los votos válidos que se expresaron en las elecciones a alcaldes (gráfico 3).

Gráfico 3: clasificación del voto a alcalde en un espectro de 5 bloques (en % del voto válido obtenido)

grafico 3 elecalc

Este ejercicio podrá parecer un poco bizantino pero el resultado es bastante ilustrativo. En primer lugar, deja por fuera de la explicación únicamente a un poco más de 16% del voto. Cerca de 14% se fueron hacia los movimientos ciudadanos, los partidos indígenas únicamente, o coaliciones de los mismos. Más aun, apenas 2,2% de las coaliciones no son representables en este gráfico porque son políticamente “incoherentes”, es decir, reúnen a formaciones de bloques que no son vecinos sobre el espectro político (por ejemplo, una coalición que tenga entre sus socios a la vez la Alianza Verde y el Partido Conservador, o Cambio Radical y Centro Democrático). Esto significa que las coaliciones son mucho más coherentes de lo que parecen, y nos conforta en considerar que nuestro ejercicio tiene sentido.

Además, el gráfico nos muestra varias cosas que el sentido común percibe pero que no son fácilmente comprobables con la gráfica 1:

  • Que el oficialismo puede estar contento porque estas elecciones lo confortan.
  • Que la derecha no ha logrado constituirse en amenaza seria para el mismo.
  • Que el oficialismo, además, es particularmente “poroso” sobre su derecha y puede contar sobre aportes de los conservadores y Opción Ciudadana si lo necesita (las coaliciones bisagras entre oficialismo y los partidos pivotes de derecha lograron casi 5% de los votos).

 

Ahora bien, si este gráfico nos muestra la fuerza del oficialismo, nos dice poco de las relaciones al interior del mismo. Para investigar esto, podemos reproducir el ejercicio a escala reducida, entre los tres partidos del oficialismo (gráfico 4).

Gráfico 4: las relaciones de fuerzas al interior del oficialismo (en % del voto a favor del oficialismo como definido en el gráfico 3).

grafico 4 eleclac

Así, consideramos los 3 partidos como “bloques” en el sentido anterior, sumando a su favor los votos del partido, y de sus coaliciones con fuerzas “neutrales”. Entre los partidos, aparecen los votos de las coaliciones entre ellos. Así, para retomar el caso bogotano, los votos de Peñalosa suman para el bloque Cambio Radical, y los de Pardo para la bisagra entre PL y PSUN.

Una vez más, esta gráfica nos permite ver cosas que varios analistas razonables destacaron sin poder fundamentarlo en las cifras:

  • Cambio Radical es efectivamente el gran vencedor de este escrutinio si le sumamos los votos que produjeron coaliciones con movimientos o los pequeños partidos indígenas.
  • Además, la coalición aparece fracturada entre CR y sus socios, porque la U y el PL hicieron alianzas fructíferas entre ellos, pero los pocos votos que recorren alianzas entre CR y sus socios muestra que éste prefiere jugar solo o con socios por fuera de la coalición.
  • Lo que nos lleva a una tercera enseñanza, esta vez más contra-intuitiva: si el oficialismo triunfa, es bastante dudoso que la coalición de Unidad Nacional como tal pueda ser considerada como vencedora en estas elecciones. Aparece dividida y desequilibrada. Un último dato viene confirmar eso: menos de 1% del voto del oficialismo se dirigió hacia coaliciones que reúnan los tres socios al mismo tiempo.

 

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