La Alianza Verde ¿Juntos para pasar el umbral o para algo más?

La alianza entre el Partido Verde y el movimiento Progresista de cara a las elecciones de este año será una de las novedades más llamativas. Suscitó muchos comentarios escépticos en la medida en que reúne a una serie de personalidades aparentemente muy distintas, que pertenecen incluso a orillas políticas aparentemente opuestas, en particular en el escenario de la política bogotana.

Las peleas suscitadas alrededor de la posible candidatura de Enrique Peñalosa para la Alianza Verde parecen confirmar la tesis de los que consideran que se trata apenas de un acercamiento oportunista en busca de superar el umbral en las elecciones legislativas. En este debate, hay que distinguir efectivamente dos ámbitos: lo ideológico y lo electoral. En lo primero, es obvio que la Alianza Verde tiene mucho que definir para ser considerada como una fuerza política coherente. No obstante, no hay que exagerar los efectos inmediatos de este tema. Después de todo, mucho pluralismo cabe en los partidos políticos. Una mirada atenta a los partidos más establecidos de Estados Unidos y Europa nos podría convencer al respecto, destacando tendencias y actores con ideas a veces muy alejadas, pero que conviven en un mismo partido. Los conflictos de ideas se resuelven en el mediano y largo plazo, al ritmo de las administraciones que el partido asume en distintos niveles. En lo electoral sin embargo, cada partido tiene que cohesionarse en forma eficaz detrás de sus candidatos asumiendo medidas concretas que servirán de banderas a unas administraciones, y si no, de oposición a las mismas. ¿Será capaz la Alianza Verde de responder a este desafío? Existe un antecedente electoral que vale la pena examinar al respecto: las elecciones presidenciales de 2010. En ese entonces, la candidatura de Antanas Mockus le permitió al Partido Verde alcanzar la segunda vuelta. Los actuales Progresistas estaban todavía en el Polo Democrático Alternativo, y gracias a la victoria de Gustavo Petro en la consulta interna de septiembre de 2009, asumieron la candidatura presidencial del partido. Después de la primera vuelta, se especuló sobre la posibilidad de un acercamiento entre Petro y Mockus para apoyar al último en la segunda vuelta. Esta posibilidad se frustró porque un sector importante del Polo la rechazaba (a pesar de que los más cercanos a Petro parecían más abiertos a la idea), y porque Mockus no quería dar la impresión de un giro a la izquierda para no perder su electorado centrista. En verdad, el episodio anticipaba en buena medida algunos de los dilemas que se dan hoy día en la Alianza Verde. A pesar de que no hubo una alianza oficial entre Mockus y Petro, y que el Polo llamó a la abstención o el voto blanco en la segunda vuelta, la respuesta de los electores fue interesante. En una primera aproximación, podemos decir que el candidato verde pasó de 3.350.000 votos aproximados en la primera vuelta a 3.590.000 en la segunda, lo que nos da una ganancia de apenas 240.000 votos, lejos del 1.330.000 que obtuvo Petro en la primera vuelta. Pero esta aritmética nacional no es muy acertada. Asume que los electores de Mockus que votaron en la primera vuelta lo hicieron coherentemente en la segunda vuelta. En realidad, esto no fue el caso. Mockus perdió votos entre las dos vueltas en unos 200 municipios. Por lo tanto, para hacerse una idea del endose de los votos de Petro a favor de Mockus en la segunda vuelta, tenemos que acudir a la geografía electoral comparando dos mapas: en primer lugar, el porcentaje de votos obtenidos por Petro en la primera vuelta, y en segundo lugar, la diferencia de porcentaje entre la segunda y primera vuelta a favor de Mockus.

Porcentaje de votos a favor de Gustavo Petro en las presidenciales de 2010 y diferencia de porcentajes de votos a favor de Antanas Mockus entre la segunda y primera vuelta de las presidenciales de 2010 por municipio

Utilicen el zoom para poder comparar ambos mapas

Los dos mapas no coinciden del todo, pero a simple vista, aparece claramente que Mockus progresó entre las dos vueltas en muchos municipios en los cuales Petro había obtenido buenos resultados en la primera vuelta, en particular en el sur del país (Cauca, Nariño y Putumayo), en toda la costa Caribe, y en bastiones tradicionales de la izquierda como por ejemplo Barrancabermeja. La estadística confirma el “aire de familia” que existe entre estos dos mapas. El coeficiente de Pearson, que mide la coherencia de la distribución de dos variables en una misma matriz (en nuestro caso el porcentaje de votos de Petro y la diferencia de porcentaje de votos de Mockus en todos los municipios del país) nos da un resultado significativo de 0,66 [1]. Este dato nos indica que a pesar de las consignas en contra, una proporción significativa de los electores de Petro de la primera vuelta, votaron por Mockus en la segunda. Esta proporción puede ser determinada estadísticamente[2], con lo que se encuentra que cerca de la mitad (un 44%) de quienes votaron inicialmente por Petro, luego lo hicieron por Mockus. Cabe recordar en este punto que los progresistas de hoy son apenas una parte de los electores de Petro de 2010, en la medida en que nacen de una escisión del Polo Democrático, partido por el cual Petro fue candidato presidencial. Tal vez podamos apreciar a grandes rasgos cuales electores de Petro de 2010 lo siguieron en su salida del Polo para Progresistas observando el mapa de ganadores de la consulta del Polo de septiembre de 2009.

Ganador de la consulta para determinar el candidato presidencial del PDA por municipio

Septiembre de 2009

Petro le ganó la candidatura a Gaviria en particular en la Costa Caribe y en la parte alta de Nariño[3], zonas fuertes del candidato ganador del Polo donde, efectivamente, a la postre hubo un muy buen endose de votos de Petro a favor de Mockus. De este modo, el antecedente de 2010 indica que para muchos electores, la Alianza Verde podría tener mucho más sentido de lo que sugieren los análisis que se focalizan sobre el tema ideológico. No obstante, es un antecedente que tiene sus límites. Parece indicar que los progresistas no tenían objeción para votar por Mockus, pero Mockus no es el Partido Verde. De hecho, ya no es miembro de dicha colectividad, y todo indica que el caso de Peñalosa podría arrojar resultados muy distintos. Además, no nos indica que pueda haber un comportamiento recíproco, es decir, que los electores verdes puedan votar por un candidato progresista. Finalmente, aun sin entrar en el plano ideológico, la Alianza Verde tiene probablemente que definir todavía muchas cosas para tener lógica a los ojos de los electores. Por supuesto tiene que definir su candidatura presidencial, pero sobre todo ubicarla claramente en el espectro político. Desde este punto de vista, no bastará definirse en contra del uribismo (los datos que examinamos sugieren que eso es efectivamente correcto desde el punto de vista electoral[4]), sino también asumir desde antes de las elecciones una posición con respecto a una eventual reelección de Santos; lo que por el momento parece muy probable. ¿La Alianza Verde se ubicaría entonces en la oposición, o no descartaría entrar en una coalición? Y en este caso, ¿con cuáles socios y para qué propósito?


[1] El coeficiente de Pearson varía de 0 a 1. Donde 1 indica que las dos variables están distribuidas en forma proporcional, y 0, en formas totalmente distintas. De hecho, puede llegar a tomar valores negativos si las dos variables se distribuyen en forma inversa; en el caso de este estudio, eso pasaría si Mockus hubiera progresado más donde Petro estaba más débil. Viendo el resultado obtenido, el hecho de que sea mayor a 0,5 significa que hay una correlación significativa entre las dos variables.
[2] Esto se logra elevando al cuadrado el coeficiente de Pearson.
[3] El caso de Nariño ilustra particularmente bien nuestra demostración, y no podemos dejar de mencionar la influencia electoral que tiene en este departamento Antonio Navarro Wolf, hoy cabeza de lista de la Alianza Verde para las elecciones al Senado.
[4] Con mayor espacio, sería fácil mostrar con la misma herramienta del coeficiente de Pearson que tanto el voto de Petro como el de Mockus en 2010 tienen una correlación negativa con respecto al voto de Uribe en 2006 (y de paso, positiva con el de Carlos Gaviria en esta misma fecha).

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